Era un tímido estudiante de ingeniería haciendo
prácticas de verano en una importante empresa trasnacional. A pesar de ser
desde niño un enamorado de la técnica y de la ingeniería, ya hacía meses que
encontraba mucha más satisfacción de realización personal colaborando con un
grupo de acción social en comunidades marginadas que en las clases de mecánica
y electricidad.
Una
tarde, saliendo de la planta con un dominante mánager, vi desde la
ventanilla trasera a lo lejos, a un obrero que conocía y que iba en bicicleta.
Ondeé la mano saludando y diciendo adiós. Al darse cuenta de lo que había
hecho, el mánager volteó y vociferante dijo: “¿qué haces? No debes saludarlos, son
como perros”. Atemorizado no alcancé a decir nada y me quedé callado todo el
camino; pero internamente se despertó una revolución que duró varios días. Mi conclusión
fue: esto no es lo que quiero para mi vida.
Pero
tampoco sabía qué era lo que sí quería. Renuncié a la facultad de ingeniería e
inicié un camino de búsqueda, tratando de descubrir un camino, un rumbo, una
carrera, una profesión, que me dieran un sentido. Hice de todo: acción social, vender
trajes, recibir psicoterapia, tomar cursos de desarrollo humano, regresar a terminar ingeniería, iniciar negocios,
estudiar la licenciatura en psicología, administrar negocios de amigos y
familiares, retirarme a meditar, vivir en comunidad y muchas cosas más.
Pasaron
algunos años y una mañana soleada de julio, vino a buscarme a mi trabajo de
gerencia un amigo que era director de una escuela y me dijo: “vamos a empezar clases
dentro de una semana y me acaba de renunciar el maestro de dibujo técnico;
necesito que tú me des esa clase”. Le respondí: “Dar clases es lo último que he
pensado hacer en la vida”. Pero mi amigo era muy persuasivo y me convenció de
impartir aquel semestre el curso. La experiencia de encontrarme con alumnos y
contribuir a su formación me alcanzó muy profundamente. Desde entonces han
transcurrido más de 30 años durante los cuales he hecho una carrera sumamente
satisfactoria como profesor de tiempo completo.
Creo
que los caminos para la realización personal y profesional se encuentran si nos
mantenemos caminando y si estamos lo suficientemente atentos y sintonizados con
nuestras prioridades de vida, con nuestros valores y creencias, con lo que nos
da sentido en la existencia. A esto le llamo “caminar con brújula”.