sábado, octubre 27, 2012

La crisis de la mitad de la vida y la adolescencia

Comparto las ideas que comuniqué en la celebración de los 25 años de graduados de la generación 1987 del Tec de Monterrey Campus Toluca. Fue una muy bella experiencia re-encontrarme con alumnos que dejaron una huella en mi corazón. A ellos les dije:


Mucho tiempo después cumplo un compromiso que no pude realizar en su momento. No pude acompañarte en tu graduación porque en aquel entonces estudiaba mi maestría fuera del país. Me da mucho gusto poder hacerlo ahora.

Nos conocimos hace casi treinta años en un momento muy importante de tu vida. Yo me iniciaba como maestro y tú venías saliendo de una de las etapas más críticas e importantes de la vida: la adolescencia e iniciabas el estudio de tu carrera profesional.

La adolescencia es fundamental en el desarrollo del ser humano. Es la etapa en la que definimos nuestra identidad, cuando nos distinguimos de nuestra familia de origen y nos constituimos como un individuo único e irrepetible. La formación profesional nos ayuda a dar cuerpo a esa identidad.

Ahí estábamos tus maestros, sí para ayudarte a aprender las disciplinas de la profesión que elegiste; pero sobre todo, y de manera más importante y fundamental, a acompañarte a gestar el tipo de persona que decidiste ser.

Mientras tú estabas en ese proceso yo pude descubrir mi misión en la vida. En la relación contigo clarifiqué que la razón por la que Dios me puso en esta tierra, en esta época, en la encrucijada del cambio de milenio, es para ser un facilitador del crecimiento.

Estoy hecho para ayudar a las personas a ser más personas y para ayudar a empresas e instituciones a ser organizaciones aprendientes plenamente humanas. Dios me dio talentos para ser como el agricultor o el jardinero que ayuda a la semilla a crecer. He descubierto que para ser un buen jardinero, el primer requisito es el facilitar mi propio desarrollo humano y que uno de mis primeros retos y obligaciones es el de ayudar al crecimiento personal de mis seres queridos, particularmente el de mi compañera de vida, Mónica, y el de mis hijos, Andrea y Rodrigo.

Crecer, madurar, desarrollarse en un individuo pleno y auto-actualizado es una labor ardua en la que fallo todos los días. Pero con la consistencia de propósito se puede ir avanzando.

Facilitar el crecimiento de los demás no es una asunto de hacer que los otros hagan  lo que yo quiero, ni de enseñar o dirigir desde una posición de autoridad o de supuesto experto. Es un asunto de respetar profundamente a la otra persona para que surja el individuo que está destinado a ser o que desea ser. Se trata de facilitar, acompañar, aceptar, colaborar, ayudar al proceso de gestación del otro. Aunque he de decir, que el acompañar en esto a mis alumnos es más fácil que el hacerlo con mis hijos.

Treinta años después de aquel primer encuentro que tuve contigo en el salón de clases volvemos a coincidir. Con varios de ustedes he mantenido un contacto a lo largo de los años y hemos desarrollado una amistad. A otros los dejé de ver por mucho tiempo, y a unos cuantos los he re-encontrado a través del Facebook. Las redes sociales me han permitido ser testigo de los extraordinarios hombres y mujeres en que se han convertido. No me gusta interferir mucho en esas conversaciones virtuales; pero he estado atento, respetuoso, maravillándome.

Muchos de ustedes tienen ahora hijos adolescentes o estudiando su carrera profesional, hijos que están realizando esa tarea vital de individuación y de formación en la que estaban ustedes hace treinta años. Y veo la manera bella como van acompañando a sus hijos para convertirse en individuos plenos y únicos.
Y hay una coincidencia interesante. La tarea vital que te está correspondiendo vivir en este momento es la de otra etapa de la vida, que no está tan documentada ni tan estudiada como la adolescencia; pero que es igual de importante, de crítica y, a veces, de difícil y tormentosa.

A falta de encontrar un mejor nombre, se le ha llamado la crisis de la mitad de la vida. Típicamente ocurre por ahí de los 40 a los 50, aunque hay quien como Jesús o San Francisco la trascienden muy temprano y hay quienes llegan a ancianos y no se transforman; al igual que algunos no trascienden la crisis anterior y siguen siendo eternamente adolescentes.

La crisis de la mitad de la vida es el momento en que me detengo a cuestionarme sobre lo que he hecho frente a todos los sueños que tenía en mi juventud. Representa generalmente una crisis profunda. Es cuando me doy cuenta cabal de que muchos sueños no los he podido lograr y que el tiempo ha pasado. Descubro que otras opciones y eventualidades surgieron en el camino, que tuve que vivir como se pudo y, a veces, tuve tan sólo que sobrevivir. Surge muchas veces un descontento con lo logrado y el anhelo de la juventud perdida.

Nadie nos orienta sobre cómo vivir esta crisis, qué hacer con ella y algunos se alocan: de pronto ya no les gusta su relación de pareja y quieren algo nuevo, o se compran un auto deportivo para sentirse adolescentes de nuevo o uno grande y potente para demostrarle al mundo que son grandes y poderosos, aunque por dentro saben que todo es falso.

La transición de la crisis de la mitad de la vida no se logra pataleando hacia afuera ni rompiendo con todo; a la Gauguin, quien dejó negocios, hijos y esposa y se fue a pintar a la islas Tahití. Se logra metiéndose adentro, viviendo el desierto interior, quedándose con los propios demonios.

El pasaje de la crisis de la mitad de la vida es tan difícil y tan importante como el de la adolescencia. Pero no es una segunda adolescencia ya que los sentidos de ambas transiciones son opuestos. El objetivo de la crisis de la mitad de la vida es la disolución del ego. El llegar a comprender que hay una dimensión mayor que el yo, más allá de lo que quiero, deseo y anhelo. Que finalmente no soy tan importante, que no soy el centro del universo, que hay tareas superiores a la satisfacción de mis metas personales.

El disolver el ego también implica darme cuenta que no sólo soy lo que me he dicho que soy, ya sea esto algo bueno o malo, sino que también soy lo opuesto. Que soy una totalidad, con muchas polaridades. Y nuestros adolescentes afortunadamente están ahí para ayudarnos a realizar esta tarea vital al decirnos sin darse cuenta: “no eres tan importante”, “no eres único”, “déjame ser alguien distinto a ti”.

En la medida en que voy dejando ir a mis hijos, en la medida en que voy dejando ir al ego que construí las décadas pasadas, voy haciendo la transición a la siguiente etapa. Y lo que viene, el siguiente periodo, es un paraíso, un momento de vida de enorme plenitud y satisfacción personal, un sentido de profunda trascendencia. Se convertirá en la mejor etapa de tu vida.

Pues bien, estas son las tareas vitales que nos toca vivir. Cada uno, a sus ritmo y con sus recursos, vamos andando, en el camino, creciendo, viviendo lo que tenemos que vivir. Y en cada una de estas etapas estamos en el Tec para acompañarte.

Muchos de ustedes han depositado ahora su confianza de nuevo en nosotros para que acompañemos a sus hijos. Es un privilegio el hacerlo. Es una gran responsabilidad. Gracias por permitirnos acompañarles y gracias, en lo personal, por permitirme realizar mi misión en la vida. Te deseo mucho éxito en tus procesos vitales. Muchas gracias.

lunes, abril 09, 2012

Las seis aptitudes del pensador estratégico

Paul J. H. Schoemaker nos advierte sobre seis aptitudes del pensador estratégico en “6 habits of strategic thinkers” (20 marzo 2002, Inc.)
Señala que los directivos tienden a sumergirse en las actividades del día a día, perdiendo la perspectiva estratégica del negocio. Para mantenerse como un pensador estratégico sugiere cultivar los siguientes hábitos.

Anticipar:

Implica el mantener una visión periférica. Se debe estar al pendiente de los cambios que están ocurriendo en los límites del sector donde se encuentra la empresa y más allá. Para lograrlo es muy útil mantener redes de relación extensas.

Pensar críticamente:

Es el hábito de cuestionar todo permanentemente, lo mismo la nueva moda de management que opiniones que surgen del “sentido común”. Es necesario re-encuadrar los problemas con una visión sistémica pensamiento para encontrar las causas raíz y los puntos de apalancamiento, desentramar los modelos mentales (creencias y prejuicios) propios y de la organización y sostener un diálogo franco y abierto al tomar decisiones. 

Interpretar:

El malestar que genera la ambigüedad lleva a tomar decisiones demasiado rápido. Una interpretación más profunda requiere saber fluir con la incertidumbre dejando que un patrón emerja de la información que se va recopilando. Es necesario buscar patrones en diversas fuentes de datos y estimular a los demás a hacer lo mismo. Es necesario cuestionar las premisas y probar múltiples hipótesis antes de tomar la decisión.

Decidir:

Muchos líderes caen en una parálisis de análisis. Es la contraparte del hábito anterior. Es necesario implementar procedimientos y medidas para finalmente tomar la decisión desde una posición lo suficientemente informada; pero evitando buscar la decisión perfecta. Se debe buscar un balance entre rigor, velocidad, calidad y agilidad. Hay que decidir con información incompleta y en medio de la diversidad de opiniones.

Alinear:

El consenso total es raro; pero el líder estratégico promueve el diálogo abierto, trabaja por generar confianza e involucra a todos los stakeholders; particularmente cuando los puntos de vista divergen. Para ello es necesario abrir los asuntos difíciles, aun cuando generen malestar; entender las motivaciones y temores de los demás, incluyendo sus agendas ocultas; y trabajar por generar el apoyo necesario. 

Aprender:

Entre más crece la empresa más difícil es encontrar retroalimentación directa y honesta; por lo que es necesario generarla por diseño. Esto resulta crucial porque los éxitos y fallas, particularmente estas últimas, son fuente invaluable de aprendizaje organizacional. Lo que se puede hacer es promover y ejemplificar sesiones de aprendizaje honestas y rigurosas después de la implementación de medidas o de eventos importantes, corregir el curso tan pronto como se descubra que se va en una dirección incorrecta, y celebrar tanto el éxito como las fallas bien intencionadas que generen aprendizaje importante. 

¿Está en mí el poner en práctica estos hábitos?

Ciertamente son un conjunto retador de habilidades con las que nadie nace siendo un cinta negra. Pero; termina diciendo Schoemaker, se pueden aprender sea cual fuese el nivel que nos falte para implementarlas con éxito.
But for now, test your own strategic aptitude (or your company's) with the survey at www.decisionstrat.com. In the comments below, let me know what you learned from it.
Schoemaker, Paul J. H. (20 marzo 2002). “6 habits of strategic thinkers”. Inc. disponible en este enlace.

martes, enero 03, 2012

No puedo enseñarte nada; eres tú quien debe aprender

Esto es lo que quisiera decirle a todos mis alumnos el primer día de clase, la próxima semana.

Como maestro realmente no puedo enseñarte nada que sea significativo.
Tú eres quien tiene que aprender. Nadie puede enseñar nada realmente significativo a otra persona (ya lo dijo Carl Rogers).
Estoy aquí para acompañarte en tu viaje de aprendizaje.
Mi función es el allanarte el camino a veces y otras hacertelo más difícil, siempre esperando que tú aprendas algo que valga la pena para tí.
En este curso he diseñado una ruta pre-establecida, para que la recorramos juntos.
En esta ruta yo también voy a aprender.
La ruta es una propuesta. Estoy dispuesto a negociarla; pero no voy a recorrer un camino que no resulte significativo para mí.
Si el camino que hemos de recorrer finalmente no resulta significativo para tí, si realmente no es un camino que tú desees recorrer, difícilmente podrás aprender algo valioso.
La única manera de que aprendas algo que valga la pena en este curso es que hagas el esfuerzo necesario para recorrer este camino.
Si no lo quieres hacer realmente, si este camino no tiene sentido para tí, si no estás aquí convencido y no logras mantenerte motivado, no hay nada que yo pueda hacer.
La responsabilidad de aprender es tuya.
Mi responsabilidad es el acompañarte, sea como sea, estés como estés.

lunes, julio 11, 2011

Facundo Cabral: iluminando el camino


"Yo me puedo morir feliz porque yo le dejé una canción al mundo", declaraba Facundo Cabral. Ahora, después de su muerte estúpida, en un asalto o balacera, llorando acudo aquí a atestiguar que aquel joven de diecinueve, que se decía "en búsqueda" tiene mucho que agradecerle. Ahora, treinta y cinco años después, y gracias a Dios, aún en búsqueda, sigo haciendo mías las coplas que dicen "no soy de aquí, ni soy de allá; no tengo edad ni porvenir; y ser feliz es mi color de identidad".
Por aquel entonces era mucho más revolucionario y apasionado que hoy por lo que vibraba profundamente también con los versos de "pobrecito mi patrón; piensa que el pobre soy yo". Y vaya que desde entonces he tenido cualquier cantidad de patrones que por desgracia vivían en las mayores de la miserias.
Escapar de los dulces cantos de sirenas voluptuosas que me tientan con las promesas de una vida de felicidad inmensa gracias a las riquezas y a los productos de la sociedad de consumo no ha sido fácil; pero ahí ha estado siempre el canto de Facundo para recordarme lo que de verdad importa.
Decía que hay cuidarse de los pendejos; pero creo que el pendejo de mayor cuidado lo llevo dentro.
Tan sólo tuve que salir un poquito para darme cuenta que todo nacionalismo no es más que una gran ignorancia. He tenido por amigos lo mismo a asesinos que a hombres buenos, a gringos y a indígenas, a gente de poder y autoridad y a pobres, a felices e infelices y en todos he encontrado la misma esencia: la necesidad de amar y ser amados.
Y al final esa es mi esencia.
Hoy es tiempo de cantarle al trovador que más cerca ha estado de mi búsqueda. Gracias Facundo por mantener con tu canto, ahora eterno, la linterna alumbrando lo que verdaderamente importa.

miércoles, junio 15, 2011

Me encanta Dios (Jaime Sabines)

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida ?no tú ni yo? la vida, sea para siempre. 

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. 

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho ?frente al ataque de los antibióticos? ¡bacterias mutantes! 

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. 

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. 

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia ?y se agita y crece? cuando Dios se aleja. 

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. 

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.


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domingo, mayo 01, 2011

¿Pueden los introvertidos ser buenos líderes?

De acuerdo a los investigadores Grant, Gino y Hofmann (diciembre, 2010), aunque sólo el 50% de la población es extrovertida, el 96% de los altos ejecutivos tienen una personalidad extrovertida. Considerando esto, ¿podemos los introvertidos ser buenos líderes?
Hay bastante evidencia de investigación respecto a que el grado de extroversión-introversión de cada individuo tiene una alta determinación genética: así nacimos. Los individuos extrovertidos se colocan con toda facilidad en el centro de la actividad social: su energía proviene del encuentro con los demás. Por el contrario, las personas introvertidas nos cargamos de energía con nuestro mundo interno de ideas y sentimientos: desde luego que podemos relacionarnos exitosamente pero para ello necesitamos consumir nuestra energía. Por otro lado, las personas extrovertidas sí pueden estar solos, en contacto con sus ideas y sentimientos; pero eso les requiere consumir energía.
Desgraciadamente la cultura occidental ha idealizado la extroversión; resultando en que algunos introvertidos nos reclamamos el no ser más abiertos y sociales. El reclamo es totalmente injusto e inmerecido; como lo es la idealización de un particular tipo de comportamiento. Todo rasgo de personalidad tiene ventajas y desventajas.
Pero es posible que las cosas empiecen a equilibrarse. Grant, Gino y Hofmann (2011) realizaron dos estudios en los que investigaron las condiciones de efectividad de líderes extrovertidos e introvertidos.
El primero fue un estudio de campo que consideró el nivel de utilidades de 139 pizzerías en función del grado de extroversión de sus gerentes y del nivel de proactividad de los empleados. Los gerentes más extrovertidos tuvieron mayores ganancias cuando sus empleados eran pasivos; pero cuando los empleados eran más proactivos los mejores resultados los alcanzaban los gerentes introvertidos. El segundo estudio fue un experimento en el que 52 grupos de personas con diversos grados de proactividad y líderes actuando extrovertida e introvertidamente mostraron el nivel de desempeño doblando playeras. El experimento replicó los resultados del estudio de campo: los mejores resultados se obtenían con la combinación líder extrovertido con seguidores pasivos y líder introvertido con seguidores proactivos.
Así que hay un lugar para cada tipo de orientación de personalidad en la dirección de equipos de trabajo. Conforme el entorno organizacional se vuelve más turbulento se requiere que los colaboradores sean más proactivos, mostrando mayor niveles de creatividad e iniciativa; comportamientos que a su vez requieren de líderes capaces de escuchar, considerar las ideas de los seguidores e integrar sus iniciativas. Para estos comportamientos están mejor situados los líderes introvertidos, como lo fue Gandhi.
Desde luego que seguirán habiendo más directivos extrovertidos que directivos introvertidos porque las personas con la primera orientación buscan de manera natural estar en situaciones sociales y liderar; pero las organizaciones para ser más efectivas deberán promover más a las personas introvertidas a posiciones de liderazgo y enseñar a los directivos extrovertidos comportamientos propios de los introvertidos.

Grant, A., Gino, F., y Hofmann, D. (2010). The hidden advantages of quiet bosses. Harvard Business Review, December, 28

Grant, A., Gino, F., y Hofmann, D. (2011). Reversing the extraverted leadership advantage: The role of collective employee proactivity. Academy of Management Journal, 54(3).

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jueves, abril 28, 2011

Día Internacional de la Compasión



El Día Internacional de la Compasión se celebrará el 15 de mayo en honor al Dr. Patch Adams organizado por Bloggers Unite.
International Day of Compassion in honor of Dr. Patch Adams // Bloggers Unite
Si no sabes quién es Patch Adams te recomiendo ver la película del mismo nombre.